sin promesas
Fue tu protegido y el tuyo también.
Por él, nos arrojaron sin ropas
al fuego del infierno.
Y allí ardimos
hasta cauterizar la herida más pequeña,
la más profunda y cóncava herida.
Cenizas de colores se esparcieron
en el territorio adormecido
de nuestro destierro.
Y fuimos fugitivas de un tiempo disperso.
Y fuimos capturadas en la incierta ruta
de los polvorientos afectos.
Arranca soles esta mañana sin vestir,
y burla una luna de pasillos;
y vos y yo
continuamos esparciendo siluetas
en el borde más estrecho de los días.
Fue tu protegido y el tuyo también.
Por él buscamos el cuenco
con la marca del amor
en las desoladas salinas de nuestra niñez.
No hay crepúsculos
ni venas azules en el protegido
aunque él y ella
aún desvelan margaritas de clamor.