viernes, 2 de enero de 2015
Mirá, no pido mucho,
solamente tu mano,
tenerla
como un sapito que duerme
así contento.
Necesito esa puerta que
me dabas
para entrar a tu mundo,
ese trocito
de azúcar verde, de
redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en
esta noche
de fìn de año de lechuzas
roncas?
No puedes, por razones
técnicas.
Entonces la tramo en el
aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la
palma
y el dorso, ese país de
azules árboles.
Así la tomo y la
sostengo,
como si de ello
dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro
estaciones,
el canto de los gallos,
el amor de los hombres.
Julio Cortázar
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