A Corina, que la quise tanto . . .
Encontré tu cuaderno verde
en el último lugar
donde tu deseo sucedió.
Quedó sostenido
en el vientre de un ropero
/ desolado
de donde nadie
se atrevió a extraer.
Allí duerme solitario
/ indemne.
Sus hojas develan
números acróbatas de una suerte
/ al azar.
Huelo tu mano de caricias
al buscar la última página escrita
/ "febrero, quince"
y la lapicera Bic azul trazo grueso
y la regla transparente
/ despoblada de números
y la estampita del santo
en túnicas de dolor .
Tu cuaderno de tapa verde
todavía duerme el tiempo
en el cuerpo del ropero.
Y yo vuelvo a él
en mi territorio de
/ recuerdos preciados
y me asilo tan solo
un instante en los celestiales
/ bordes
de tu presencia.